Tengo, tengo, tengo; tú no tienes nada
Relato XXXII. Mientras pedía cita en BUCMI para ir a la peluquería, me encontré por la calle a una amiga que hacía tiempo que no veía. – Marta, ¿qué tal? ¡Qué alegría verte! ¡Bueno… tengo que contarte! Y me enseña su dedo anular. – ¡Qué me caso! ¡No sabes lo feliz que estoy! Sí, sí,…